Erase una vez un rey que tenia 2 hijos gemelos; si bien se parecían como una sola gota de agua, sus personalidades eran totalmente diferentes, como el día y la noche. Uno era un gran Optimista, el otro un gran Pesimista.
Cuando se hicieron mayores, el rey decidió que era tiempo de que abrieran los ojos a la vida, por lo que decidió que estos lo harían a través de unos regalos que les daría.
Para el regalo del Pesimista, el rey acudió al joyero real.
-Quiero el reloj más maravilloso que hayas hecho nunca - le dijo - El dinero no me importa. Piedras preciosas, diamantes, rubíes.
Para el Optimista el rey acudió al jardinero del palacio.
-Cuando despierte en la mañana de su cumpleaños quiero que vea a los pies de su cama un gran montón de estiércol.
Llego el día del cumpleaños.... el rey le preguntó al pesimista - ¿Te ha gustado el regalo?
- Está bien dijo el hijo, pero es demasiado espectacular, es el tipo de cosas que atrae ladrones.
Entonces fue a ver al hijo Optimista, a quien encontró dando saltos de alegría. Nada mas de entrar a la habitación el hijo corrió hacia el y lo abrazó.
-Gracias padre es justo lo que deseaba!! El padre perplejo le pregunto al hijo porqué le daba las gracias a lo que este contestó:
- ¿Por que va a ser padre? - ¡Por el caballo!
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Hummmm